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ENTRENAMIENTO INDIVIDUALIZADO Y CLASES GRUPALES

Desde Sé Movimiento siempre se promulga con la individualización y la necesidad de adaptar el entrenamiento de la persona a sus condicionantes del día a día. “Siempre es necesario individualizar…”, “la individualización es la clave del progreso…”, “sin individualizar solo se dan palos de ciego…” son unas de las ideas que se pueden extraer de las formaciones y charlas impartidas, así como de los posts. Pero, realmente, ¿qué es individualizar?

Todo entrenador debe saber que la individualización del entrenamiento debe ser una constante en su labor profesional, la base inamovible en su línea de actuación, pues, sin esta, el progreso queda en manos del azar, precisamente lo contrario que busca una persona que contrata a un entrenador, que su progreso esté en buenas y formadas manos para encaminarlo de la mejor forma hacia sus metas y objetivos.

Como usuarios o clientes, por otro lado, y como se viene diciendo, el hecho de pasar por un proceso de individualización -el cual empieza por una evaluación concienzuda de la persona y su entorno-, no solo mejorará su percepción del profesional que le atiende, sino en la confianza depositada y su motivación personal.

Para entender el proceso de individualización y cómo ha de usarse, entonces, se debe dirigir este texto al principio de su aplicación, la cual se adelantaba en el párrafo anterior. Para llevar acabo una correcta individualización del entrenamiento, todo entrenador debe cumplir con los siguientes puntos:

EVALUACIÓN FÍSICA

Saber en qué punto se encuentra físicamente la persona en un punto temporal concreto es indispensable para la posterior prescripción de ejercicio. Aunque pueda parecer lógica pura, su aplicación no suele verse en todos los gimnasios y centros deportivos.

Conocer qué fuerza tiene la persona, la técnica de los diferentes ejercicios, su calidad de movimiento dentro y fuera del entrenamiento, la activación muscular selectiva, si tiene alguna descompensación muscular, dolor, limitación articular…, se antoja totalmente necesario para el profesional para conocer el punto de partida del evaluado. De esta forma, este puede adecuar la prescripción de ejercicio a su condición física actual y abordar los posibles eslabones débiles que impidan o dificulten la consecución de sus objetivos.

OBJETIVOS Y NECESIDADES

Una vez realizada la evaluación -aunque este punto puede ser el primero, con la evaluación realizada antes pueden cambiar los objetivos y descubrirse necesidades a cubrir que se desconocían-, el entrenador debe conocer para dónde orientar el entrenamiento, esto es, conocer los objetivos y necesidades de la persona que acude a él.

Esto es importante porque no es lo mismo prepararse una maratón que un certamen de powerlifting, así como no es lo mismo plantear una rutina para una persona físicamente en forma que para otra sedentaria y con dolores. 

Conociendo el estado físico de la persona, sus objetivos a corto y largo plazo y las necesidades a cubrir, el entrenador tiene más información de cómo orientar correctamente el entrenamiento, sin descuidar ningún factor clave de los anteriormente mencionados. La planificación será más concreta y específica a la persona.

HISTORIAL DEPORTIVO Y DE LESIONES

Sin embargo, aunque con los puntos anteriores el entrenador ya debe ser capaz de esbozar una rutina eficaz para la persona que acude a él, siguen existiendo otros que permitirán al profesional hilar más fino. Uno de ellos es el historial deportivo y de lesiones.

Saber cuánto ejercicio y deporte ha hecho una persona también ayuda al entrenador a situarse. De la misma forma, conocer si ha sufrido una luxación de hombro o si tiene esguinces reincidentes, por ejemplo, determinará puntos clave y zonas conflictivas que poder abordar con el ejercicio. Obviamente, no es lo mismo prescribir una sentadilla a un powerlifter que a alguien que no ha hecho nunca un entrenamiento de fuerza, en este último caso habrá que empezar desde otro punto y considerar más cuestiones a abordar en el entrenamiento.

Estos aspectos nunca deben excluirse de la anamnesis de la persona.

CONOCER SU REALIDAD SOCIOLABORAL

Muchos entrenadores pasan por alto este punto y es crucial para una correcta individualización del entrenamiento, más si se habla del abordaje de personas que no se dedican profesionalmente al deporte y deben coexistir con su trabajo, estudios, familia, obligaciones, deberes y demás.

No es lo mismo aplicar un entrenamiento a un joven estudiante que se centra en sus estudios que a una persona mayor que se hace cargo de llevar adelante una casa, un trabajo, una familia, unos gastos… Este último caso presentará más trabas para el entrenador y deberá hacer encajar mejor el entrenamiento en el día a día de esta persona.

El cuerpo no entiende de diferentes estreses: estrés académico, estrés laboral… todo es lo mismo: estrés. El ejercicio físico sigue siendo estrés y debe adecuarse al de las ocupaciones diarias en pos de no quemar a la persona y crear adherencia.

GUSTOS Y PREFERENCIAS

Por último, pero no menos importante, tener en cuenta -dentro de unos márgenes- lo que le gusta a la persona es importante para que se sienta cómoda con el ejercicio físico.

Dada la inmensa variedad de ejercicios que hay para estimular músculos y abordar patrones de movimiento, el entrenador puede tener en cuenta las preferencias de la persona a la que lleva en un momento dado para no perder la adherencia al programa. Por ejemplo, si al cliente le gusta hacer más glute bridge que hip thrust por comodidad a la hora de realizar el set up, ¿por qué se le ha de denegar esa opción en primera instancia cuando los dos ejercicios trabajan, a grandes rasgos, el mismo patrón de movimiento?

De igual forma, el hecho de considerar los gustos y preferencias del entrenado juega en favor de una mejor relación profesional-cliente, pues este último se podrá sentir atendido y escuchado, algo que también generará más tolerancia y adherencia con el programa de entrenamiento.

 

¿Y ESTO QUE TIENE QUE VER CON LAS CLASES GRUPALES?

Las clases grupales siempre son un atractivo para aquellas personas que buscan empezar a moverse, ponerse en forma, perder grasa o el objetivo que sea relacionado con la actividad, ejercicio físico y el fitness. 

Esto es totalmente comprensible, es más, y como ejemplo, uno de los mayores atractivos de la disciplina más de moda en estos momentos, CrossFit, es la interacción social resultante de coincidir -casi- con las mismas personas a las mismas horas, con lo que es más fácil la adherencia y predisposición al ejercicio.

Sin embargo, es verdad que en muchos centros en los que se imparten clases colectivas dirigidas o boxes de CrossFit y CrossTraining no existe realmente una correcta individualización del entrenamiento. Pero esto también es de lógica: una clase colectiva, destinada a 10, 15 ó 20 personas, no puede atender los objetivos y necesidades particulares de cada uno a la vez, sino que el entrenamiento se plantea en términos generales y esto, para personas con alguna dolencia, limitación o necesidad especial, puede llegar a ser un lastre.

Es ahí cuando el aspecto negativo de las clases colectivas se torna en uno positivo al escoger entrenamiento personales, en parejas o grupos reducidos. En este ámbito, el profesional del ejercicio puede evaluar de mejor manera a sus clientes y aplicarles el entrenamiento oportuno para sus objetivos y necesidades, sin descuidar, en la sesión de entrenamiento, ningún detalle para que todo vaya según lo planeado. En este tipo de caso, la individualización está mucho más marcada.

Y esto no quiere decir que los dos tipos, personales y colectivos, no puedan coexistir. Es más, pueden hacerlo y deben hacerse cuando a la persona le gusta una actividad o clase colectiva pero sufre de alguna dolencia o limitación que ha de atenderse de una forma más individualizada y concisa. 

En definitiva, la individualización juega un papel clave en el proceso de prescripción de ejercicio por parte del profesional, pues no habrá mejor manera de orientar el entrenamiento a los objetivos y necesidades particulares de una persona. Para ello, aun reconociendo los múltiples beneficios que se pueden obtener de una clase colectiva, el entrenamiento personal, por parejas o en grupos reducidos será la mejor opción a la hora de querer aplicar esta individualización en el abordaje de algún objetivo muy específico, dolencia o limitación.

LOS PILARES DE LA HIPERTROFIA

El aumento de masa muscular o hipertrofia es buscado por muchos a todos los niveles, tanto personas que van al gimnasio por recreación como deportistas de élite, así como tanto por estética como por salud.

No en vano, el disponer de buena masa muscular, sumado al entrenamiento de fuerza, reporta innumerables beneficios en lo deportivo y en lo extradeportivo: mayor funcionalidad y autonomía en personas mayores, mayor desarrollo neuromuscular y óseo en jóvenes, mejoras en diversos marcadores de salud, mayor probabilidad de supervivencia y calidad de vida ante diversas enfermedades, mayor capacidad de generar fuerza, más altura en el salto vertical…

La evidencia propone tres mecanismos primarios por los que se producen las adaptaciones en la masa muscular:

  • Tensión mecánica: hace referencia a la intensidad. Se entiende que crea una perturbación en las estructuras musculares, lo que desencadena las adaptaciones celulares por, entre otras, la vía mTOR (Hornberger, 2006)

  • Estrés metabólico: hace referencia a la acumulación de metabolitos como el lactato o los iones de hidrógeno. Se cree que esta reacción metabólica tiene el potencial de impulsar el anabolismo mediante la producción de mioquinas, especies reactivas de oxígeno o el cell swelling (Schoenfeld, 2013).

  • Daño muscular: hace referencia al deterioro producido en las estructuras musculares, lo que produce una respuesta inflamatoria y aumenta la síntesis proteica (Schoenfeld, 2010).

En esta serie de artículos se plasmará una revisión de los pilares básicos para la hipertrofia muscular, útil tanto para aquellos que ansían de dicho conocimiento a nivel usuario como para entrenadores que busquen una mejor comprensión y el ampliar técnicas en este ámbito de trabajo.

 

VOLUMEN DE ENTRENAMIENTO

El volumen de entrenamiento, entendido como la cantidad de trabajo (repeticiones, series) realizado en un periodo de tiempo (día, semana), es la variable clave, según investigaciones recientes, a la hora de buscar hipertrofia.

El aumento de masa muscular se potencia con planificaciones con alto volumen de entrenamiento (Schoenfeld, 2016), sabiendo que son numerosos los estudios que respaldan esta afirmación y que múltiples series siempre serán más efectivas tanto para sujetos menos como más avanzados (Krieger, 2010; An, 2015). Usando ecografía, Radaelli et al (2015) mostraron cómo 5 series resultan en mayores ganancias que 3, en un período de 6 meses, en flexores y extensores de codo, acompañado de un aumento significativo en el 5RM en press banca y jalones.

El hecho de mayores ganancias en hipertrofia con rutinas con alto volumen de trabajo es posiblemente debido al estrés metabólico prolongado (Goto, 2005). Sin embargo, esto no quiere decir que se pueda abusar del alto volumen de entrenamiento ni de la búsqueda de estrés metabólico. Por ejemplo, las drop sets son una buena herramienta con un potencial enorme para inducir tensión mecánica y estrés metabólico, pero abusar de ellas puede poner al deportista en un punto en el que no llega a recuperarse, lo que perjudica no solo las ganancias, sino que también aumenta el riesgo de lesión (Fry y Kraemer, 1997).

Es importante recalcar, además, que la relación entre volumen de entrenamiento e hipertrofia no tiene por qué ser siempre lineal. Esto se traduce a que aumentar lineal y constantemente el volumen de trabajo no deja al deportista fuera de llegar a una posible meseta, en cuanto a ganancias, tarde o temprano (Amirthalingam, 2016). Por ello, es importante que los entrenadores conozcan el umbral máximo recuperable de sus deportistas, en pos de poder jugar sabiamente con el volumen de entrenamiento sin sobrepasar este límite, pues la relación entre volumen y entrenamiento de hipertrofia es como una U (Schoenfeld, 2016), y poner a la persona en un punto en el que puede ir más atrás que para adelante en la consecución de masa muscular.

 

FRECUENCIA DE ENTRENAMIENTO

La frecuencia de entrenamiento se define como el número de sesiones de entrenamiento de un movimiento o grupo muscular en un periodo de tiempo (por lo general, una semana).

Esta variable está estrechamente ligada con la anterior. La capacidad de trabajo y recuperación de una sesión de entrenamiento es limitada, es decir, en un día no se puede colocar un volumen de trabajo exagerado, pues no se rendirá igual conforme se avance en las series, la recuperación también se verá afectada y lo más normal es que se desperdicien muchas series potencialmente útiles (interesante recordar lo de la relación en U entre volumen e hipertrofia).

Por lo tanto, cuando el deportista adquiere una capacidad de trabajo notable y requiere de más volumen de entrenamiento, jugar con la frecuencia se vuelve crucial para impulsar el progreso.

En pos de establecer una frecuencia óptima para hipertrofia, Wernborn et al (2007) llegaron a la conclusión de que lo mejor era una frecuencia 2-3. Esta afirmación está respaldada por un reciente meta-análisis (Schoenfeld, 2016), interesante porque se incluyen tanto sujetos entrenados como desentrenados.

A la hora de usar un programa de alta frecuencia, obviamente, el volumen debe ser controlado a la baja para evitar cualquier indicio de sobreentrenamiento. Estos programas deben ser cautelosamente prescritos, atendiendo minuciosamente al mínimo volumen que produzca adaptaciones y a la recuperación del deportista. De hecho, entrenar el mismo grupo muscular antes de que se vuelva al estado de homeostasis puede interferir en las ganancias (MacDougall, 1995).

Por lo tanto, se ha de entender que la frecuencia de entrenamiento es una variable supeditada al volumen, y adquiere mayor relevancia en sujetos entrenados que requieran de más volumen de trabajo (Dankel, 2017). De igual forma, estos sujetos entrenados demuestran menos respuesta anabólica, por lo que espaciar el estímulo en una frecuencia mayor de entrenamiento puede ser buena idea para aumentar el tiempo que se está en un balance proteico positivo (Damas, 2015).

 

DENSIDAD DEL ENTRENAMIENTO

La densidad es la variable por la cual se cuantifica el tiempo de descanso entre series. Históricamente, para hipertrofia se ha buscado que los descansos sean lo suficientemente cortos para no permitir la recuperación completa de la musculatura e incentivar la fatiga periférica, tensión mecánica y estrés metabólico.

Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que descansos cortos (<1 minuto) comprometen el volumen de entrenamiento, mientras que descansos más largos (>3 minutos) pueden contribuir a un volumen mayor que, a la larga, y como se menciona en este artículo, va a contribuir positivamente en el desarrollo de masa muscular.

Esta afirmación está respaldada por Buresh et al. (2009), demostrándose mayores ganancias en la sección transversal del cuádriceps cuando se usaban descanso de 2,5 minutos respecto a 1 minuto.

 

Aun así, los descansos más cortos pueden tener cabida en la planificación de hipertrofia, ya sea porque se busque un estímulo específico (resistencia muscular) o se quiera meter más volumen de trabajo de una forma concreta (superseries).

 

En el siguiente artículo se seguirá indagando en estos pilares básicos para la hipertrofia…

 

FUENTE:

Howe, L. P., Read, P., & Waldron, M. (2017). Muscle hypertrophy: A narrative review on training principles for increasing muscle mass. Strength & Conditioning Journal, 39(5), 72-81.